jueves, 31 de enero de 2013

Euforia

Gélido como el filo de una espada, me atraviesa y me embarga la soledad, ese agujero negro personal de dolor y melancolía que te inunda y te atormenta.
Palabras, que se clavan como puñales, miradas, que matan, el roce que envenena, la adrenalina que recorre mis venas al sentir el aliento de la perdición en la nuca. Deseo que se convierte en adicción, y por las noches la necesidad imperiosa de mi droga hace que cada extremidad tiemble, esa voz interior que me incita a hacerlo, a terminar y empezar un nuevo ciclo, llega el insomnio, las voces se multiplican, intento hacerlas callar, doy vueltas y más vueltas, el sudor empapa las sábanas. Una minúscula gota resbala por mi sien y atraviesa mi pálido rostro, los párpados me pesan cada vez más y finalmente se cierran, despierto en una preciosa explanada, parece que puedo rozar el cielo con las manos, moldear las nubes a mi antojo, estoy descalza sobre la suave hierba verde, corro por el prado, salto, grito, todo allí se intensifica, el olor a lavanda, la calidez del sol que acaricia con sus rayos esta inmensidad, exploro sitios inexistentes, tengo la libertad ante mi y algo aún más preciado; la felicidad.
Una figura aparece en la lejanía, ante mis ojos va cobrando forma, de nuevo, aparece como todas las noches en mis sueños, a la misma hora, para que nunca olvide que se llevó lo mejor de mi, un desengaño que me hizo perder la cordura, todo giraba en torno a una mentira, un para siempre que nunca llegó a serlo.
Ahí estaba, mi drama personal, mi demonio disfrazado de ángel, la herida que nunca sanaría, que me había llevado a una vida de confusión entre la realidad y los delirios, sin pensarlo dos veces, doy el golpe final.
Estoy en la cocina, hay sangre por todas partes, busco el lugar de donde proviene, un cuchillo perfora mi vientre, el dolor es insoportable, conozco mi destino, de alguna manera sabía que los sueños se acabarían apoderando de mi racionalidad, aún así lo busco desesperadamente , me arrastro hasta el lugar donde está y lo encuentro, es una foto nuestra, besándonos, aquellos tiempos en que creía en el amor, detrás de ella se encuentra mi pequeño sobre con mi última voluntad, lo único que podrá hacerme sonreír antes de que todo acabe, la cocaína.

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