Querido abuelo:
Ahora más que nunca, miro al cielo, y te pregunto, te pido consejo, no sé si estarás ahí, espero que, de alguna manera, mis palabras te lleguen, porque, desde que no estás todo ha cambiado y echo de menos mi vida de antes, me gustaría poder volver a ser la niña inocente que se sentaba en tus piernas y escuchaba tus historias, a la que enseñaste a ser la persona más sincera, humilde y dulce que puede haber, ahora, la busco, pero no sé dónde se esconde, sólo veo una persona con demasiadas carencias, y la mirada triste, que se consume; y ahora más que nunca, me siento muerta en vida, pero, otra de las cosas que aprendí de ti fue a ser fuerte porque tú luchaste toda tu vida, y en tus últimos años, hasta el último día, y la última hora contra esa enfermedad, que al final ganó la batalla, pero nunca perdiste la vitalidad y la felicidad, siempre tenias palabras sabias con las que responderme.
Cuando caía, me abrazabas, limpiabas las gotitas cristalinas que resbalaban por mis mejillas y me decías que las heridas se curan, necesito otro de tus abrazos, que me digas que las heridas de mi interior también se curarán, ahora, todo es demencial, tengo la sensación de que nunca encontraré un lugar, siento que todo esto me supera, es muy agobiante y no tengo a nadie que me diga que todo irá bien.
Te echo de menos, tu risa, tu olor, tú fuiste quien me enseñó a escribir, me enseñaste que los sentimientos, no hay que esconderlos, gracias a ti, sigo soñando y recuerdo cuando peor estoy tus palabras, gracias a ti, creo que hasta lo imposible se puede cumplir, tengo guardada cada foto que nos hacíamos en mi cumpleaños, ahora, faltan tres, tres largos años sin ti. El amor, aquel sentimiento que decías que solo sentiste con una persona, ella está bien, siempre lleva el collar que le regalaste, cuando habla de ti, la mirada se le ilumina y, por un momento, rejuvenece, vuelve a reír, como lo hacía antes, de esa manera que tanto te gustaba, prometo cuidarla.
Gracias por todo abuelo, fuiste una gran persona.
