viernes, 14 de diciembre de 2012

Caos

Entonces, llega el momento, todo estalla, la botella cae y con ella la cordura, el ron se derrama y con él las lágrimas, miro al espejo y arranco los collares, borro el pintalabios, tiro los tacones, elección equivocada, y, un único culpable, tú.
Corrompida por el alcohol y las drogas deambulo por la cuidad, escucho a un hombre que tararea una canción y me dejo llevar por su voz, me balanceo suavemente cierro los ojos y muevo el cuerpo, doy vueltas y vueltas, hasta caer al suelo, río, como hace mucho que no lo hacía, busco al hombre con la mirada pero, ha desaparecido entre la niebla. Continúo mi trayecto nocturno, esta noche me siento tan sola que duele; vacía y mareada, miro al cielo, una estrella brilla más que las demás y no puedo evitar acordarme de tus palabras, entonces la pequeña lucecita baja y se posa sobre mi mano, juego con ella un rato, irradia calor y familiaridad, me hace soñar, estar en paz, pero, al igual que todo, se va. Enciendo un cigarro, no puedo evitar fijarme en el antiguo teatro, la puerta está entreabierta, cuando se consume del todo me dirijo allí, entro, ahí siguen las plumas rojas, las pelucas, casi, puedo verle a él persiguiéndome entre las espesas cortinas negras, y a mi, besándolo a escondidas, aparto la mirada con resignación y suspiro, me tumbo en la moqueta negra y cierro los ojos, rememoro los diálogos de la última obra, los ensayos, cuando me cogías de la mano, aquel tiempo en que era feliz y prometiste que siempre estaríamos juntos, que la única era yo, no puedo evitar que se me escape una risa amarga.
Abro los ojos y ante mí veo una intensa luz, es blanca y cegadora pero no proviene de ningún foco, parece que me abraza y me va envolviendo, me aferro a ella y el dolor desaparece, todo el peso que cargaba a mis espaldas, la amargura, la frustración, la desesperación, se disipan, me siento bien, entonces decido dejar que me absorba y exhalo mi último aliento.
Estoy en una gran cama de sábanas blancas, empapada en sudor, abro los ojos desmesuradamente,  la luz del amanecer baña su rostro, que, ahora me mira preocupado, sonríe tiernamente y me acaricia la cara, sus penetrantes ojos azules me tranquilizan, sólo ha sido un mal sueño, sigue aquí, conmigo, no ha roto su promesa, veo la ropa de la noche anterior tirada por el suelo de la habitación, acerco lentamente mis labios a los suyos, le beso, y de nuevo, nos perdemos entre las sábanas.