jueves, 9 de mayo de 2013

Ausencia

La brisa primaveral acariciará tu rostro,
sonreirás, sentirás que estoy a tu lado,
que nada de esto ha terminado,
porque, recuerda que seremos eternos,
la llama nunca se ha apagado,
siempre serás mi pequeña;
la que susurraba a los árboles,
la que bailaba al son de la lluvia y
caminaba bajo las tempestades,
siempre serás la chica risueña, fuerte,
algo alocada,
que vivía en el País de las Maravillas,
querías sentir el cielo en tus manos.
La que le hacía los sombreros al sombrerero,
tomaba té con la reina de corazones,
la que fumaba con la pipa del ciempiés y
correteaba con el conejo,
así eres tú; única y maravillosa,
dulce y enigmática mujer
de andares saltarines y ojos brillantes
cual luceros en noche oscura.
Llegaste a mi como una mariposa a su flor marchita,
e hiciste renacer mi belleza,
me hiciste capaz de volver a decir "amor"
de volver a sentir, por eso, aunque ahora yo no esté,
no llores,
no emborrones tu perfección con un manto de tristeza,
no me lo merezco ¿no crees?
simplemente tira mis cenizas,
deja volar tu alma,
quiero que vuelva a florecer tu sonrisa,
y que tú, mi amada,
vuelvas a tu país de fantasía.

Se cierra el telón

Se abre el telón, ahí esta, ella, la que un día fue la chica más alegre del mundo, la que todo lo tenía, radiante como el sol en un amanecer primaveral, ahora, consumida por las sábanas, las lágrimas erosionan sus mejillas enrojecidas, todo el maquillaje se debe haber corrido ya, el rimel dibuja arañas negras en la almohada, sólo quiere que el colchón la absorba, para ella, el firmamento se ha caído a sus pies, haciéndose las estrellas pedazos y clavándose sus fragmentos en cada centímetro de su piel, ahora, no tiene a nadie, son polos iguales que se repelen, el cuento ha terminado.
La chica se levanta de la cama y camina confusa por el escenario, parece débil, incompleta, sale el príncipe azul, ella se lanza a sus brazos, pero, para su sorpresa, le atraviesa, y él tiene la mirada fijada en el infinito, prueba a ponerse delante de él, hace aspavientos con las manos, la mirada de su amado, fría como el hielo, la atraviesa, ahora no es nadie, ha pasado a ser parte del decorado, está ahí, pero es ignorada por todos. La obra transcurre, sale una princesa preciosa con un vestido elegante; su vestido, él la mira, le toma la mano, y comienza a recitar el monólogo, aquel, que escribieron juntos entre sonrisas y besos, aquel que representaba toda su historia, no era un simple texto, era el monólogo de una vida juntos, que, ahora dedicaba a una persona que no era ella. Se sienta en el borde del escenario, la única camiseta de tirantes blanca que la cubre se engancha con uno de los clavos, mira directamente al público, ellos tampoco parecen verla, al menos están disfrutando, parece, que su error, ha sido bueno para la obra, puede, que, si ella no se hubiera ido, el teatro no estuviera lleno, ve la felicidad en los ojos de su amor al bailar, como no, su baile, y su canción con la hermosa princesa de cabello dorado, allí estaría ella, pero el espectáculo creó una distancia abismal entre ellos, dieron prioridad a una mentira, sólo querían engañarse, él, quería ser un apuesto hombre que salvara su princesa, ella quería que él la rescatara, pero nunca fue así, y las promesas, quedaron entre el decorado y el tupido telón. Todo continúa por su cauce, en la sala el público ríe, llora, enternece, ella vaga sin saber exactamente que hacer, aunque deleitándose con la maravillosa actuación que está haciendo el chico, entonces, el guión da un giro que ella no recordaba haber incluido;
-Aunque ya no estés conmigo, quiero que recuerdes mis caricias cuando la brisa susurre a tu rostro, 
sonreirás y sentirás que estoy a tu lado,
que nada de esto ha terminado,
porque, recuerda que tú y yo, seremos eternos.
Es él, la mira fijamente con lágrimas en los ojos, y, se desvanece dejando atrás una niebla grisácea. Se cierra el telón.